INTRODUCCIÓN
El mundo y la sociedad se encuentran en cambio constante y, debido a esto, las situaciones también cambian. Debido a que este mundo es cada vez más versátil, surgen también demandas de cambio en los diferentes ámbitos.
México es un país que ha sufrido muchos cambios en el ámbito educativo a través del tiempo, y por ello, se han modificado constantemente los planes y programas de la educación pública.
Actualmente, la educación básica se basa en el desarrollo de competencias, pero ¿qué se entiende por competencias? ¿cuándo se construyen? y ¿cómo se desarrollan?. El presente ensayo pretende explicar y brindar una definición más amplia de las competencias, de sus componentes y de su papel en la educación básica.
DESARROLLO
Entendemos por competencias al conjunto de conocimientos que al ser utilizados mediante habilidades de pensamiento en distintas situaciones, generan diferentes destrezas en la resolución de los problemas de la vida y su transformación, bajo un código de valores previamente aceptados que muestra una actitud concreta frente al desempeño realizado, es una capacidad de hacer algo (Frade, L. y Schmelkes, S.) y no en el sentido de competir con las demás personas.
Ahora bien, debido a que los conocimiento cambian y a que son demasiados conocimientos –que se vuelven obsoletos con el tiempo-, es necesario adaptar el currículo para responder y satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje y orientar la educación para formar sujetos integralmente desarrollados, individuos creativos- generativos, con habilidades para enfrentar los desafíos emergentes de la globalización y para participar de forma creativa e innovadora en la solución de problemas sociales y productivos, y con esto lograr una mayor permeabilidad social.
Tenemos entonces, que la competencia es lo que se requiere para enfrentar estas demandas, puesto que dichas demandas definen la estructura de las competencias. Las competencias se refieren y demuestran al momento de actuar, esto es, no sólo se quedan en la teoría, sino que se ponen a prueba en la ejecución de alguna acción y frente a una demanda del mundo.
Las competencias no se desarrollan de un día para otro, sino que consta de un proceso que se va completando y complejizando cada vez más; las competencias se adquieren a lo largo de toda la vida.
Además debemos entender que las competencias no sólo se conforman por un elemento, sino que intervienen más, y que de manera conjunta se articulan para formarlas. Los elementos que conforman a las competencias son: conocimientos, habilidades, valores y actitudes.
Considerando el conocimiento como el saber, las habilidades como el saber hacer y los valores y actitudes como la reflexión y la manera en que ponemos en juego estos elementos.
De acuerdo al nuevo enfoque basado en competencias existen varios tipos de competencias:
Competencias genéricas. se refieren a otras habilidades generales, como habilidades para trabajar en equipo y habilidad comunicativa, es decir, son la base –lectura, escritura, resolución de operaciones matemáticas y resolución de problemas-. Por ejemplo, manejar el lenguaje oral y escrito, es importante destacar que para comunicarnos, debemos poseer conocimientos (vocabulario, léxico, gramática, etc) y también habilidades para expresarnos correctamente, y finalmente debemos tener actitudes y valores (reflexionar qué hago y para qué lo hago). Las competencias genéricas deben ser competencias necesarias (relacionadas con el respeto y la justicia), importantes y deseables (tienen que ver con el tipo de ser humano que somos y con la sociedad en general). Actualmente en México es primordial desarrollar este tipo de competencias, ya que en nuestro país nos enfrentamos a la seria crisis de confianza, y es necesario involucrarnos y solidarizarnos con los demás, pues si cooperamos y nos apoyamos mutuamente cambiaríamos la situación educativa actual.
Competencias para el aprendizaje permanente. Implican la posibilidad de aprender, asumir y dirigir el propio aprendizaje a lo largo de su vida, de integrarse a la cultura escrita y matemática, así como de movilizar los diversos saberes culturales, científicos y tecnológicos para comprender la realidad. Competencias para el manejo de la información. Se relacionan con: la búsqueda, evaluación y sistematización de información; el pensar, reflexionar, argumentar y expresar juicios críticos; analizar, sintetizar y utilizar información; el conocimiento y manejo de distintas lógicas de construcción del conocimiento en diversas disciplinas y en los distintos ámbitos culturales. Competencias para el manejo de situaciones. Son aquellas vinculadas con la posibilidad de organizar y diseñar proyectos de vida, considerando diversos aspectos como los sociales, culturales, ambientales, económicos, académicos y afectivos, y de tener iniciativa para llevarlos a cabo; administrar el tiempo; propiciar cambios y afrontar los que se presenten; tomar decisiones y asumir sus consecuencias; enfrentar el riesgo y la incertidumbre; plantear y llevar a buen término procedimientos o alternativas para la resolución de problemas, y manejar el fracaso y la desilusión. Competencias para la convivencia. Implican relacionarse armónicamente con otros y con la naturaleza; comunicarse con eficacia; trabajar en equipo; tomar acuerdos y negociar con otros; crecer con los demás; manejar armónicamente las relaciones personales y emocionales; desarrollar la identidad personal; reconocer y valorar los elementos de la diversidad étnica, cultural y lingüística que caracterizan a nuestro país. Competencias para la vida en sociedad. Se refieren a la capacidad para decidir y actuar con juicio crítico frente a los valores y las normas sociales y culturales; proceder en favor de la democracia, la paz, el respeto a la legalidad y a los derechos humanos; participar considerando las formas de trabajo en la sociedad, los gobiernos y las empresas, individuales o colectivas; participar tomando en cuenta las implicaciones sociales del uso de la tecnología; actuar con respeto ante la diversidad sociocultural; combatir la discriminación y el racismo, y manifestar una conciencia de pertenencia a su cultura, a su país y al mundo.
Después de desarrollar las competencias básicas, podemos desarrollar las competencias superiores del pensamiento (relacionadas con la búsqueda y la selección de información).
Corresponde al docente el contribuir al desarrollo de dichas competencias en los alumnos, no sólo en transmitirles conocimientos sino que debe facilitar los elementos para que el alumno se involucre en su propio proceso de aprendizaje, esto es, actuar como orientador y mediador del conocimiento. Así como, ayudarles a construir valores, enseñarles a aprender a aprender, crear situaciones auténticas en las que puedan llevar a la práctica sus habilidades e involucrarlos en el mundo de la lectura, pues la lectura es cultura, la cultura es conocimiento y el conocimiento es poder (Schmelkes, S.).
CONCLUSIÓN
La educación basada en competencias, es una orientación que pretende dar respuestas a las necesidades individuales y sociales que plantea la sociedad actual. El concepto de competencia, entendido en el ámbito educativo como “saberes en ejecución”, es un enfoque que va más allá de las habilidades o destrezas, de la adquisición de conocimientos o valores.
Actualmente, la articulación de competencias responde a las necesidades de individuos capacitados para enfrentar las demandas laborales del mercado, desempeñarse en comunidad como ciudadanos de bien, con una identidad que corresponde al momento histórico, y para transformar los recursos naturales de manera responsable, sin alterar sus procesos y sin realizar prácticas que atenten contra la propia integridad de la humanidad.
La incorporación de las competencias básicas al currículo permite hacer énfasis en aquellos aprendizajes que resultan imprescindibles desde un planteamiento integrador y orientado a la aplicación de los saberes adquiridos.
Educar por competencias supone una figura docente hacia la cual deberíamos tender. En ese sentido estaríamos hablando, según la propuesta de Pujol (1996), de docentes capaces de estimular la participación, que saben respetar los ritmos de trabajo, de organizar un ambiente y un clima de aprendizaje, que problematizan al alumnado, que pueden modular los estímulos, propuestas y actividades, pero, sobre todo, que son capaces de garantizar el derecho de cada alumno a ser escuchado, respetado y valorado.
Las competencias a desarrollar deben ir más allá de la sobrevivencia, deben apuntar a resolver los distintos problemas a los que actualmente nos enfrentamos, y de esta manera contribuir y ofrecer soluciones.